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EL ENFOQUE MONTESSORI DE LA EDUCACIÓN

Visitar un aula Montessori es adentrarse en el mundo de descubrimiento y exploración del niño. Lo primero que notará es la amplia gama de formas y texturas de colores brillantes. Se trata de los clásicos cubos de madera pintados con colores brillantes, cilindros de diferentes tamaños, números recortados de colores y letras texturizadas. Hay un bullicio intenso en la sala. Se puede ver a los niños caminando, fregando, vertiendo, trabajando en el suelo o en mesas pequeñas, hablando entre ellos y usando constantemente sus manos para aprender.


Esta se convertiría en la piedra angular de la filosofía Montessori. La Dra. Montessori siempre enfatizó que la mano es la maestra principal del niño. María Montessori se interesó por la educación siendo una joven médica que trabajaba con niños con discapacidad. Al notar su gran interés en los equipos y el método que utilizaba para evaluar su inteligencia —querían tocar, sostener y sentir con desesperación—, comenzó a usarlos como herramienta de aprendizaje. Tras el éxito obtenido con estos niños, comenzó su trabajo con niños normales en 1907, cuando fue invitada a organizar una escuela en una zona marginal reconstruida de Italia.


Su formación médica llevó a la Dra. Montessori a abordar la educación no en el sentido habitual, sino como una científica. Registró y organizó sus observaciones de los niños y comprobó la validez de sus ideas para ayudarlos en su crecimiento. Al observar su afán por hacer las cosas por sí mismos y su resentimiento cuando no se lo permitían, les instruyó en técnicas, pero no los corrigió cuando cometían un error. Más bien, creó las condiciones para que el niño pudiera descubrir y aprender haciendo. No los castigaba por mal comportamiento, sino que les enseñaba la técnica de los buenos modales. La Dra. Montessori no les ordenaba lo que debían hacer, sino que les daba la libertad de elegir sus actividades. La única instrucción que les dio fue que no molestaran a los demás en su trabajo. Esta es la base del método educativo que se practica en las escuelas Montessori hoy en día.


Si bien estas ideas ya no son revolucionarias, las guarderías y jardines de infancia actuales difieren de las escuelas Montessori en aspectos importantes. Montessori consideraba que el objetivo de la educación infantil no debía ser que todos los niños aprendieran los mismos conocimientos al mismo tiempo, sino cultivar el deseo natural de aprender de cada uno. Esto se logra permitiendo que el niño experimente la emoción de aprender a través de su propio esfuerzo, en lugar de que se le diga. Los materiales estimulan la curiosidad de los niños y los invitan a aprender a través del descubrimiento. Se guían por sus propios intereses y períodos de preparación. Se anima al niño a sentir que está experimentando constantemente.


Los materiales didácticos imaginativos son la base del proceso educativo. Cada material está diseñado para ser autocorrectivo, de modo que el niño, en gran medida, aprenda solo y pueda reconocer sus propios errores. Es particularmente emocionante que el aprendizaje implique el uso de los cinco sentidos: gusto, olfato, oído, tacto y vista. Por ejemplo, el niño, usando las letras de lija, pasa los dedos sobre las letras mientras pronuncia el sonido. De esta manera, puede ver, sentir y oír el sonido simultáneamente. Con el tiempo, unirá las letras móviles para formar palabras.


En otras actividades sensoriales, los niños pueden relacionar campanas escuchando su tono, agitar cilindros llenos de arroz, frijoles o sal para determinar cuál suena más fuerte u oler botellas con fragancias para determinar cuál es idéntica. En ejercicios prácticos, los niños limpian una mesa, lustran zapatos, barren el piso o aprenden a atarse los zapatos.


Los materiales de aprendizaje implican el uso de materiales concretos que el niño puede ver, sentir y experimentar por sí mismo. En el aula Montessori, los niños pueden sostener unidades, cilindros, sustantivos o fracciones en sus manos. Pueden representar verbos, verter agua alrededor de una península o construir un hexágono con triángulos. Son capaces de asimilar muchos conceptos si los abordan de forma concreta.


El rol del maestro en el aula Montessori también difiere considerablemente del de los maestros tradicionales. Un maestro Montessori observa con atención los intereses y necesidades individuales de cada niño. Las lecciones que presenta surgen de estas observaciones, más que de planes de clase preparados. Supervisa atentamente el progreso de cada niño y lleva un registro de su trabajo. Se mueve entre los niños sin ser notada, guiándolos y animándolos individualmente, sin entrometerse ni interferir. Espera pacientemente a que cada niño esté listo para el siguiente paso en un sistema de aprendizaje gradual.


Lo que hace única a esta aula no es solo su material didáctico especial, sino también su aire de orden y tranquilidad. La autodisciplina se enseña con el ejemplo. Toda actividad se guía por el respeto a los demás niños y a los materiales.


El aula Montessori combina disciplina y dirección, estímulo y cooperación. Y en Montessori, como en cualquier verdadera experiencia de aprendizaje, es el niño quien se mueve hacia el aprendizaje.

¡BRINDAMOS LA MEJOR ATENCIÓN A NUESTROS NIÑOS!

Tratamos a cada niño como si fuera nuestro y nos dedicamos de todo corazón a su éxito.

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